viernes, 5 de septiembre de 2008
constelaciones
Era enero de 2004 y una familia, formada por Luciana, una chica de 16 años, y sus papás, iba viajando en auto a Capilla del Monte por las vacaciones de invierno.
Cuando estaban por llegar, el auto pinchó un neumático. Al darse cuenta que el auto no podía avanzar, el papá fue a buscar una gomería para arreglarlo.
Luciana y la mamá se quedaron esperándolo en el auto. Ya había oscurecido y el papá no regresaba.
A Luciana le apasionaba la astronomía, siempre llevaba con ella su telescopio. Desde la ventanilla del auto vio una constelación de estrellas que nunca antes había visto. Decidió mirarla por el telescopio, pero las nubes no se lo permitían. Pensó que lo mejor era mirar desde mayor altura, entonces decidió subir a un cerro que estaba cerca. Su mamá se quedaría esperando al papá por si regresaba.
Luciana llevaba su telescopio y su celular. Cuando llegó al cerro, empezó a subir por un sendero que estaba marcado por unas señales blancas pintadas en las piedras. Cuando llegó a la mitad del cerro enfocó la “nueva constelación” que estaba formada por tres luces circulares del tamaño aproximado de la Luna.
En un momento vio que las tres luces se iban borrando hasta que desaparecieron.
Volvió a mover el telescopio. Todo pasó muy rápido, lo único que llegó a ver fue una luz que bajaba del cielo, silenciosa, pero muy brillante...”
Esta nota fue la que salió publicada en marzo de 2008 en el diario de Capilla del Monte, luego de que se encontrara en la mitad del cerro, un telescopio junto a un celular, que en el momento que la policía lo hallara, tenia un mensaje nuevo que decía: “Luciana, soy mamá. Papá ya arregló el auto, cuando quieras vení, hace un rato que te estamos esperando.”