viernes, 13 de febrero de 2009

LOS PASTOS PINCHAN


hOLA alumnos que seguro deben estar enojados. Sí, realmente no edité este blog durante las vacaciones. Lo reconozco. Y había prometido que sí. Igualmente no se enojen. Realmente la estuve pasando algo raro en otro lugar. Imaginarán ustedes que estoy más loco de lo que creían. Pero pasó así. Caminando por el cerro Uritorco, en busca de su punta más alta, me separé de mis amigos porque debía realizar una mínima necesidad natural. Me escondí atrás de unos arbustos. Miré hacia un costado y estaba allí. Con su cabeza cónica.
La verdad que me puse demasiado nervioso. Dejé de hacer lo mío y me quedé observándolo, ambos nos examinábamos fijamente. Pero su mirada me venció y luego ya no pude moverme. Quería buscar a mis amigos que seguramente seguían el sendero en algún punto del monte. Petrificado observaba cómo esa figura se acercaba hacia mí. Pensé en el final de mi carrera, en no poder comer nunca más una milanesa. Hasta que su rostro estaba allí, frente a mí, muy cerca. Temí un beso. Sus ojos eran bastante grandes. Repentinamente el silencio fue el dueño de la escena, todo dejó de sonar.
- ¿Tenés un pucho? - dijo el ser extraño con voz de porteño apurado.
- No... - le contesté.
- Qué garrón... bueno, te voy a tener que matar - confirmó el ser que me observaba siempre con la misma cara, parecía una careta su rostro. Puso una de sus manos (dedos largos, lleno de callos, verrugas, realmente un asco). Y después se cortó la luz.
Aparecí en una sala toda de metal; estuve muchas horas allí dentro. Por suerte había una Play Station 2 (un jostick andaba mal), unas botellas de gaseosas frías (y siempre mantenían el frío, no sé cómo era el sistema) y de vez en cuando una mano asquerosa ingresaba por una ventanita con una comida repugnante (para mí que no sabían cocinar, no tenían ni idea). A veces me ponían los partidos de River de verano, supongo que lo hacían para estudiar las distintas reacciones que vienen con la angustia. Otra veces la música invadía la sala hermética. Recuerdo que todo el tiempo pasaban la Mona Giménez, siempre el mismo disco. Al principio yo me daba la cabeza contra la pared de metal, con el tiempo empecé a mover tímidamente las caderas. Unos días después hacía el trencito solo y ya me sabía todas las letras. Recuerdo el momento en el cual estaba jugando al Winning y de repente apareció Jorge Rial con su programa y me puse a llorar. Intuía que muchos seres estaban observando a través de cámaras invisibles, con el objetivo de estudiar las reacciones humanas. Una vez por la ventanita hicieron entrar un tambor pequeño. Así fue que comencé a practicar, pero parece que no les gustó: mientras estaba tocando el tambor desapareció de mis manos. Parece que hacía mucho ruido. Entonces estudié la situación: empezaría a cantar todo el tiempo cuando me dejasen en silencio. Y lo hice. Canté todo los temas que recordaba. Hasta mandé coros de cancha como VAMOS LOS REDONDOOOOS y OLE OLE OLE CADA DÍA TE QUIERO MÁS... En un momento me di cuenta que tenía ganas de comer y ellos no realizaban el delivery habitual. Entonces entrando en desesperación canté un tema de Miranda! Fue cuando entró uno de ellos y me dijo:
- Te podés callar chabón - parece que hablaba a través de una computadora. Me dio un bofe y se fue enojado.
Los días pasaban y ya no sabía qué hacer. Por suerte me volvieron a dar comida, pero ahora con agua. Un día me informaron por medio de un letrero, que apareció en una de las paredes, acerca de la muerte de Alejandro Sokol. Me puse muy triste. Sueguían estudiando mis reacciones. Lo último que recuerdo es que ingresó por la ventanita una pelota de fútbol. Y muy contento corrí hacia ella y comencé a hacer jueguitos mucho tiempo. Me caí dos veces. Hasta que me aburrí y le pegué con todas mis fuerzas, la pelota rebotó en la pared y me pegó en el cara muy fuertemente. Luego ya estaba en el Uritorco nuevamente. Todo estaba perfectamente en su estado natural. Pensé que había soñado en un principio. Luego noté una barba avanzada en mi rostro. Estaba cansado. Mis amigos aparecieron con unos guardaparques. Una semana después caminaba en Buenos Aires retomando mi vida cotidiana. Una mañana en el departamento, encontré dentro de un bolsillo una pequeña nota muy prolija que decía "Son muy primitivos, no nos sirven" y debajo como una posdata agregaban "dedicate a otro deporte y por favor no cantes más".
crónicas de Capitán Buscapié
EL CUENTO
Marina, una joven de 13 años, fue invitada a un campamento con amigos. Jamás pensó que iba pasar un mal momento.
Todo comenzó un viernes 31 de octubre, en el camping “Viejo americano”. Mariana y sus amigas ya tenían programado su día, a la mañana pensaban realizar una caminata, al medio día paraban a almorzar a la tarde visitarían el arrollo “San Roque” y por la noche harían un fogón en el bosque “La Cascada”. Allí festejarían la noche de brujas, contando historias de terror bajo la luz de la luna.
A Mariana lo tocaba ir a buscar ramas para el fogón junto a sus dos amigas Soledad y Sofía. Iban caminando las tres jóvenes por el bosque cuando desaparecieron misteriosamente Soledad y Sofía, Mariana quedó aterrorizada ante la desaparición de sus amigas y al saber que debía seguir sola en medio de la noche, se paralizó y un vuelco en su corazón se desvaneció. Su rostro quedo iluminado por la luz de la luna.
Pasada la media noche, el resto de sus amigas decidieron ir a buscarla para ver si había ocurrido algo grave. Ya habían pasado horas y Mariana no aparecía.
En la búsqueda, ruidos extraños invadían al grupo. Sentían como si alguien los observaría entre un arbusto o quizá desde lo alto de un árbol.
Luego de un minuto, a lo lejos se encontraba la figura de Mariana, la joven buscada tan intensamente.
Al correr hacia ella, las amigas descubrieron que un pequeño hombrecito, con características similares a un elfo miraba fijamente a Mariana que yacía extendida en el piso.
Sus amigas no lograban entender la situación. ¿Habrá sido este ser tan extraño quien provocó las
desapariciones?...
El duendecillo les grito: -Aléjense! Váyanse, no vuelvan nunca más! Malditos humanos! Destruyen los bosques, contaminan y matan animales, mientras gritaba desaforado se quitaba su pequeño busito y daba a conocer una remera de “Green Peace” con el slogan Salva al mundo.
Una de las amigas de Mariana con muchos nervios le dice: -Solamente queremos saber dónde está Mariana.
El duende de color verde, tornó rojo y gritó: -Mariana es mía mía mía muajajaja y con un simple movimiento de pelvis desapareció, nunca más se lo volvió a ver.

Dicen que en “Halloween” en el bosque se escuchan los gritos de aquel duendecillo verde.
Ludmila, Estefanía, Karen.