LA AGENDA
Era una noche tenebrosa, viernes 6 de septiembre a las 1:00 AM exactamente, Gastón Gómez regresaba de su trabajo en la fábrica de pastas y se dirigía a su casa en Villa Ballester.
El estaba muy cansado y lo que le pagaban era miserable, a su vez muy enojado por eso. Fue entonces cuando de la nada salió un hombre, no muy alto, con una capucha en la cabeza que no dejaba ver su rostro y un arma en su mano derecha, decidido a robarle, éste le apuntó, Gastón se resistió y lo único que ganó es un duro golpe en la cabeza que lo dejó inconciente.
Al despertar, se levantó, encontró una agenda, ya no tenía dinero y era de día, abrió la agenda, encontró tres notas:
9 de agosto. No olvidar hablar con Rodrigo y avisarle.
10 de agosto. 10 a.m. Confitería del Sol.
11 de agosto. A gimnasia llevar la filmadora.
Gastón comenzó a sospechar que esta agenda era del ladrón, así que se le ocurrió ir a Confitería del Sol, a pesar de que estas anotaciones ya eran viejas.
Al llegar al lugar, buscó una mesa y se sentó, le llamo la atención que la mesera no fue a preguntarle si quería algo, pero si llegaba a descubrir que no tenía dinero, le iba a pedir que se retirase, así que no dijo nada.
El espero todo el día la llegada del ladrón, si es que se presentaba por casualidad, esperó tanto que le agarró sueño y recostó su cabeza sobre la mesa. Casi inmediatamente escuchó que la puerta se abría, entró una persona no muy alta, un hombre, caucásico.
Era muy parecido al ladrón. Gastón susurró.
-Es él - .
Más tarde, entraron dos personas más, y se sentaron junto al ladrón. Estuvieron hablando un rato largo, hasta que se fueron.
El delincuente se paró, sacó de su bolsillo un arma de fuego, le apunto a Gastón y disparó…
Escuchó la puerta.
-Me quedé dormido – dijo Gastón.
Ya eran como las 8:00 p.m. se fue de la confitería y sacó la agenda, buscando una anotación que se le habrá escapado, y la encontró.
7 de septiembre. Ir al cementerio.
Gastón fue.
Al llegar, no encontró a nadie, supuso que había llegado tarde, ya era de noche y estaba por cerrar.
En el cementerio, Gastón se tropezó con una roca y se le cayó la agenda, buscándola, encontró una lápida y le llamó la atención que el nombre no se leía, sacó un trapo que tenía en su bolsillo, y limpió la lápida…
Al día siguiente, el cuidador del cementerio, encontró una agenda vacía sin hojas, se le ocurrió que podía ser de alguna de las personas que fueron al velorio del pobre hombre que murió desangrado por un golpe en la cabeza, dado por la culata de un arma ya que estaba al lado de la lápida con el nombre de Gastón Gómez.
por Agustín Montanari
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EL HOMBRE CAJA